La Cumbre de los Pueblos es un evento internacional convocado como contraparte del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacifico (APEC) y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP), ambas suspendidas en nuestro país. La Cumbre busca impulsar el encuentro entre los pueblos y contribuir en la generación de alternativas para superar la crisis socioambiental que vivimos en América Latina y el mundo, y pretende ser un aporte concreto al actual debate sobre los procesos constituyentes que han levantado los pueblos tras el despertar de las últimas semanas.

En el marco de su decimosegunda versión, participantes de diferentes países de América Latina y el Caribe realizan mesas de trabajo, paneles, cabildos, conversatorios, talleres y una serie de otras iniciativas. Estas abordan diversas materias, entre las cuales destacan el rol de las comunidades locales y saberes indígenas, cambio climático, crisis del modelo extractivista, las diferentes luchas por la justicia climática, el impacto de los tratados de libre comercio (TLCs) en los países y su soberanía, la privatización de la naturaleza, el rol primordial de las mujeres en la lucha y el activismo por el cambio climático.

Al hablar de crisis socioambiental en nuestro país, debemos señalar que el principal responsable de ello es el modelo económico extractivista imperante, centrado en la privatización de los recursos naturales y el extractivismo, que causan la depredación del medioambiente para el desigual reparto del capital y la acumulación del mismo por ciertos sectores empresariales.

En este escenario, las diferentes agrupaciones que velan por la defensa del territorio y el ambiente intentan día a día interponerse en el avance de las agendas gubernamentales, que privilegian el crecimiento económico por sobre la protección de los recursos naturales y de la calidad de vida; sin obtener resultados significativos. Esto, producto de un modelo neoliberal constitucionalizado que avala la libertad del capital en desmedro de la igualdad y la fraternidad entre las personas, enfocándose en el desarrollo de los diferentes sectores productivos sin resguardo de los impactos que generan en el medioambiente y la sociedad en su conjunto.

Entendemos que para poder generar cambios en la inercia impuesta, se necesitan múltiples actores y actrices desde distintas partes de la sociedad. Las organizaciones sindicales tienen un rol importante que cumplir, proponiendo una agenda de desarrollo socioambiental que incluya la democracia energética, y en la cual el Estado sea el responsable del correcto progreso de esta misma.

Como profesionales de la salud y Confederación Fenpruss debemos hacernos parte de este debate, ya que el modelo extractivista neoliberal tiene un impacto enorme y aún sub dimensionado sobre las determinantes sociales en salud, es decir, el impacto físico, biológico, mental, económico y político provocado en los habitantes de nuestro país. Esto queda dramáticamente en evidencia en localidades en que ya no existe agua potable para consumo humano o en aquellas donde la gran cantidad de industrias contaminantes hacen irrespirable el aire, con evidencia científica de daño a la salud de la población local.

Debemos avanzar en una agenda programática que apunte a contribuir en la creación de espacios de conversación y acción local de conciencia socioambiental,  conducente a una política institucional que dé respuesta a las nuevas necesidades  de salud en su amplio espectro.

¡Por la salud del planeta y las personas: luchemos por un Chile sustentable!

 

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