En el mes de marzo como Fenpruss manifestamos públicamente y con claridad la necesidad de implementar medidas de contención y mitigación efectiva para frenar los brotes del Coronavirus y su propagación, pero, al igual que muchos expertos y expertas, no fuimos escuchados por las autoridades. Hoy, a 72 días del primer contagiado por SARS-CoV2 en el país, el desarrollo de la pandemia está viviendo sus momentos más tensos y complejos en los establecimientos públicos de salud.

El día de ayer 13 de mayo el aumento de nuevos casos fue de 60% con respecto al día anterior, con 2.660 personas contagiadas. Hoy 14 de mayo el reporte es de 2.659 personas, con 21.345 casos activos, 368 fallecidos, y una ocupación de camas críticas por sobre el 90% en los territorios con mayor vulnerabilidad social de la capital.

El Gobierno adoptó la estrategia de “cuarentenas dinámicas” en lugar de cerrar ciudades por completo. Ante esta medida, el aumento de casos, especialmente en Santiago, donde se concentran el 80% del total los contagiados del país, aparece como un fracaso de esta política sanitaria. ¿Por qué fracasó esta estrategia? El culpable, para las autoridades, es la población. Nosotros como organización lo tenemos claro: es la conducción de la autoridad de salud.

A finales de abril, las cifras habían comenzado a estabilizarse, con oscilaciones ponderables de entre 400 y 500 nuevos casos diarios. El Gobierno, en la persona del mismo presidente Piñera y la autoridad de salud en la figura del ministro, comenzaron a hablar de la “estabilidad de la meseta” y a plantear la necesidad de comenzar a retornar a la vida cotidiana en la denominada “nueva normalidad” o “retorno seguro”, mientras se entregaban noticias sobre un “carnet de alta” y cuestionaban el cierre de colegios, indicando fechas para el retorno a clases. Estos errores graves en la comunicación del riesgo hacia la población relativizaron los efectos del COVID-19 y repercutieron en el comportamiento de las personas, que se relajó con el pasar de los días. Así, el panorama cambió a comienzos de mayo y hoy la cifra de personas confirmadas por COVID-19 en Chile es incluso mayor que la tasa de casos por millón de habitantes que presenta Estados Unidos, considerado el país con peor manejo a nivel mundial.

Como organización hemos sido vigilantes con las decisiones de la autoridad, aportando constantemente información y recursos que permitan enfrentar los efectos de la pandemia y la carga asistencial de los establecimientos. Hoy la región Metropolitana enfrenta un tremendo desafío, su cierre completo e incluyendo además el confinamiento físico de todos los adultos mayores de 75 años y más.

Sin duda el desafío más importante se dará en los centros de salud, que están viendo saturada su capacidad de entregar servicio de soporte vital a quienes lo necesiten. Nuevamente los trabajadores y trabajadoras de la salud están llamados a entregar lo mejor de su vocación y compromiso con la salud pública. Es deber de la autoridad estar a la altura con su gestión y decisiones si queremos reducir los efectos de la pandemia y minimizar el número de fallecidos, con una mirada país y no una visión de trinchera.

Requerimos con urgencia que la autoridad sanitaria actúe con prudencia y capacidad de diálogo. Emplazamos al Gobierno a que toda medida sanitaria se adopte junto a políticas de protección social que actúen sobre los determinantes de salud, partiendo por garantizar ingresos de emergencia dignos para aquellos que no cuentan con empleos formales, suspendiendo el pago de cuentas en servicios básicos, implementando medidas que reduzcan los efectos del hacinamiento en viviendas, entre otras iniciativas que, junto a la cuarentena total, aborden de manera integral las necesidades de la población.

Confederación Fenpruss

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