Este nuevo aniversario del 18 de octubre encuentra a Chile en un ambiente de incertidumbre que ha dado lugar a muchos debates. Tras los resultados del plebiscito constitucional de salida y a medida que se aproximaba esta fecha simbólica, distintas voces ligadas a los sectores conservadores del país se unieron para atacar el significado de este hito, convirtiendo la masiva protesta social del 2019 en nada más que “violencia y terrorismo”.

Ante ello, es de total justicia recordar que lo sucedido a partir del 18 de octubre del 2019 fue una movilización social masiva, que llegó a reunir a millones de personas a lo largo del país en distintas jornadas. La gran mayoría de Chile participó y/o apoyó las protestas, como consta en lo que se vio en las calles, pero también en distintas encuestas de opinión que demostraron una y otra vez la validez del proceso.

Como Fenpruss nos hicimos parte de estas movilizaciones en todo el país, estuvimos en la conformación de Unidad Social como referente que pretendió encausar las demandas, y de forma responsable apoyamos la salida institucional del 15 de noviembre entendiendo que se necesitaban formas concretas de encausar el malestar ciudadano hacia cambios concretos.

Todo esto lo hicimos convencidos y convencidas de que el país no podía seguir metiendo bajo la alfombra problemas y demandas arrastradas por décadas y desoídas una y otra vez por la institucionalidad. En efecto, el estallido social fue una respuesta espontánea de las mayorías a un modelo injusto y una casta política que durante años no quiso o no supo dar soluciones a cuestiones sentidas por la ciudadanía como la educación, salud, pensiones, género y medioambiente, entre muchos otros temas.

No se puede omitir que este proceso, cruzado por muchas rabias y frustraciones acumuladas en la ciudadanía, generó hechos de violencia que como organización nunca compartimos. Pero no es menos real que la protesta legítima y mayoritariamente pacífica fue enfrentada con una represión policial y militar nunca vista en democracia, que tuvo como saldo una gran cantidad de violaciones a los Derechos Humanos. La mayoría de las víctimas de este periodo todavía esperan justicia.

Ante esta crisis social, el proceso constituyente que llegó a encausar las demandas fue sin duda la oportunidad que tuvimos como país para dar un paso adelante y salir de la crisis política y social. Como Fenpruss apoyamos desde un inicio este camino, nos hicimos parte de los debates y levantamos el derecho a la salud como una prioridad en el nuevo texto, logrando que ese contenido quedara finalmente en la propuesta constitucional. Como organización tuvimos claro que la gran mayoría de nuestras reivindicaciones por derechos laborales, estabilidad en el empleo y mejores remuneraciones, así como la construcción de una nueva salud pública, pasan inevitablemente por un cambio del marco legal general del país. Lamentablemente, el pasado 4 de septiembre nos encontramos con que la mayoría del país rechazó el texto, una opción totalmente legítima, pero que dejó a Chile en una incertidumbre política que no se hace cargo de los problemas arrastrados por décadas y que llevaron al estallido social.

Hoy vemos cómo distintos sectores que siempre han sido contrarios a los cambios, se apropian de la mayoría obtenida por el Rechazo para trabar o derechamente negar la posibilidad de una nueva Constitución o de reformas en beneficio de la ciudadanía. Esto pese a que las encuestas son claras en decir que la mayoría del país todavía quiere cambiar la Carta Magna y apoya los derechos sociales universales, siendo la salud uno de los problemas más sentidos.

Cuando se cumplen tres años del estallido, desde Fenpruss hacemos un llamado al mundo político a que siga el camino de transformaciones trazado con fuerza en las calles, así como en el plebiscito del 2020, que expresó de forma clara la necesidad de una nueva Constitución redactada por un organismo 100% electo. Quienes hoy pretenden frenar las transformaciones deben entender que fueron también parte del problema que llevó al 18 de octubre, y que la actitud de la llamada “clase política” es sin duda un elemento importante de las frustraciones de la gente y su desafección con la institucionalidad. La estrategia de hacer como que nada pasó y negar los cambios solo traerá nuevas frustraciones que podrían volver a encausarse de forma violenta. Esto es precisamente lo que no queremos.

Por nuestra parte, refrendamos nuestro compromiso por un país distinto con una nueva salud pública, gratuita, universal y de calidad; con derechos laborales, seguridad social y respeto por todas y todos. Esas fueron las banderas que levantamos antes y durante el 2019, y que por cierto mantendremos en alto para incidir en los procesos políticos que vengan.

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